Todos luchamos con
el pecado. De cuando en cuando todos caemos en la tentación. Todos tenemos
faltas de carácter de las cuales ni siquiera estamos conscientes. Un corazón endurecido
no es un corazón que esté necesariamente en rebelión consciente contra Dios. Es
un corazón que ya no siente la convicción de Dios. Por lo tanto, ¿cómo puedes
determinar si el tuyo es un corazón endurecido? No siempre e es obvio. Después
de todo el endurecimiento se traduce en entumecimiento y a veces el
entumecimiento, por su definición, es difícil de detectar. Es posible mantener
una rutina religiosa impecable mientras nuestros corazones son duros como el
acero. Es más, por causa de nuestra naturaleza humana tratamos de compensar la
desobediencia sobresaliendo en otras áreas. Como resultado, una sorpresiva
cantidad de las personas más endurecidas del mundo son tremendamente
religiosas.
Así que, ¿cómo
evaluamos nuestra situación? ¿Cómo sabemos si nos hemos entumecido y hemos
permitido que nos salgan callos ante el llamado del Espíritu Santo en nuestra
vida?
El verdadero examen
del endurecimiento del corazón se halla en una simple ecuación: el grado del
endurecimiento del corazón de una persona equivale a la disparidad entre lo que
acongoja a esa persona y lo que acongoja
a Dios.
Las preguntas a
hacernos son: ¿Me acongojan las mismas cosas que acongojan a Dios? ¿Siento lo
que Dios siente? ¿Me molestan las cosas que
molestan a Dios? ¿Está mi corazón sincronizado con el corazón de Dios?
Todas las semanas, a
través de las películas, los videos y la televisión, los cristianos se
entretienen con las representaciones de los mismos pecados por los que Cristo
murió. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos pecados no los acongojan
en lo más mínimo. Por alguna razón no lo vemos como situaciones pecaminosas,
especialmente si “somos de edad”. Después de todo, el sistema de clasificación
de las películas nos dice que tenemos la edad suficiente para manejar esas
cosas. Así que, ¿cuál es el problema? Consecuentemente, las escenas que
romperían el corazón de Dios despiertan las risas y la celebración de tus
hijos. Y, lo que es peor, raramente lo pensamos dos veces.
Tal vez nunca te
hayas preguntado cómo se siente Dios en torno a las cosas que tú llamas
entretenimiento. Después de todo, solamente te estás relajando con tus amigos.
Pero la razón por la cual ese entretenimiento no te molestó es porque tú no
eres sensible a esto. Esa es la naturaleza de un corazón endurecido. Cuando lo
que acongoja a Dios ya no te acongoja a ti, tu corazón se ha endurecido. Cuando
lo que molesta a Dios ya no te molesta a ti, tu corazón se ha endurecido.
Tu reacción al
entretenimiento es solo una manera de evaluar el estatus de tu corazón. Existen
muchas otras. Por ejemplo, toma tu Biblia y léela. ¿Qué acongojaba el corazón de
Dios en el Antiguo Testamento? ¿Qué acongojaba el corazón de Jesús en el Nuevo
Testamento? ¿De qué manera te impactan esas cosas? ¿Despiertan alguna emoción? Si
es así, es probable que tú seas sensible al corazón de Dios. Quizá no seas
perfectamente obediente en estas áreas pero, por lo menos, tu corazón es dócil.
Sin embargo, si algo acongoja a Dios en las Escrituras pero a ti te deja
pensando que quizá él exageró un poco, tal vez tengas un trabajo que hacer.
Puede ser que se esté entumeciendo.