El cristiano es como su Señor, y por esto el Señor dijo
de él, '¡Ay de vosotros, cuando todos
los hombres hablen bien de vosotros!
porque así hacían sus padres con los falsos
profetas' (Lc. 6:26). Y con todo ¿no es
nuestra idea de lo que es un cristiano
perfecto el que sea una persona amable,
popular ,que nunca ofende a los demás,
con el que es fácil entenderse? Pero si
esta Bienaventuranza es verdad, ese no es el verdadero
cristiano, porque el cristiano de verdad
es alguien al que no todo el mundo alaba. No alabaron a nuestro Señor, y nunca alabarán al que
es como él. '¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!' Esto hicieron
con los falsos profetas, pero no con Cristo mismo.
La mente natural, como dice Pablo, 'es enemistad contra Dios.' Aunque habla de Dios, en
realidad lo odia. Y cuando el Hijo de Dios vino a la tierra lo odiaron y crucificaron.
Y así
sigue siendo la actitud del mundo hacia él. Esto nos lleva a la última conclusión.
El nuevo nacimiento es una
necesidad absoluta si uno quiere llegar a ser cristiano. Ser cristiano en último término, es ser como Cristo; y
uno nunca puede ser como Cristo sin
cambiar por completo. Debemos liberarnos
de la naturaleza vieja que odia
a Cristo y a la justicia; necesitamos
una naturaleza nueva que amará estas cosas y lo amará a El y con
ello llegará a ser como El. Si uno trata
de imitar a Cristo, el mundo lo alaba a uno; si uno llega a ser semejante a Cristo, lo odia a uno.
Fragmento de "El sermón del monte", de Martyn Lloyd-Jones.
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