“Preguntó Natanael: ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
Felipe le contestó: Ve y compruébalo. (Juan 1.46)
La primera respuesta dada a un incrédulo es la única que
hace falta.Cuando Natanael dudó que algo bueno pudiera salir de
Nazaret, la respuesta de Felipe fue simple, “Ven y compruébalo”.
La pregunta de Natanael sigue resonando: “¿Acaso puede salir
algo bueno de Nazaret?”
La pregunta sigue en pie.
Ven y comprueba la roca que ha sobrevivido
los embates del viento de los tiempos.
Oye su voz. La verdad inconmovible, la gracia inmaculada, la lealtad sin cobardía.
Ven y comprueba la llama que los tiranos y los déspotas no
han podido extinguir.
Ven y comprueba la pasión que la opresión no ha aplastado.
Ven y comprueba los hospitales y los orfanatorios
levantándose junto a las ruinas del humanismo y del ateísmo. Ven y comprueba lo
que Cristo ha hecho.
¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Ven y compruébalo.
Ven y comprueba las vidas cambiadas:
El alcohólico ahora es sobrio,
el amargado ahora tiene gozo,
el avergonzado ahora es perdonado.
Ven y comprueba los matrimonios reconciliados, los huérfanos
adoptados, los presos inspirados.
Viaja hasta la selva y escucha los tambores marcando
alabanzas. Entra a hurtadillas por los rincones del comunismo y
comprueba que los creyentes adoran bajo amenaza de muerte. Camina por las celdas de los condenados a muerte y nota al
preso que aunque el hombre condenó, Dios lo liberó. Aventúrate en las cárceles y los calabozos del mundo y
escucha las canciones de los salvos que rehúsan mantenerse en silencio.
¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
Ven y comprueba la mano horadada de Dios tocando el corazón
más humilde, enjugando las lágrimas del rostro arrugado y perdonando el pecado
más horrible.
Ven y compruébalo.
Ven y comprueba la tumba. La tumba una vez ocupada, ahora
vacante; la sepultura una vez sellada, ahora vacía. Los cínicos han construido sus teorías, los incrédulos han salido con sus
preguntas. Pero sus reflexiones continúan fundiéndose a la brillante luz de la
mañana de resurrección.
Ven y compruébalo. Él no evita a quienes indagan. No pasa
por alto a quienes investigan. No teme a los que le buscan. Ven y compruébalo.
Natanael vino. Y Natanael comprobó. Y Natanael descubrió: ‘Maestro, ¡tú eres el
Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’”.
Max Lucado ("El trueno apacible")