jueves, 19 de diciembre de 2013

Ven y compruébalo



“Preguntó Natanael:   ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
Felipe le contestó:   Ve y compruébalo. (Juan 1.46)

La primera respuesta dada a un incrédulo es la única que hace falta.Cuando Natanael dudó que algo bueno pudiera salir de Nazaret, la respuesta de Felipe fue simple, “Ven y compruébalo”.
La pregunta de Natanael sigue resonando: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”
La pregunta sigue en pie.

Ven y comprueba la roca que ha sobrevivido los embates del viento de los tiempos.
Oye su voz. La verdad inconmovible, la gracia inmaculada, la lealtad sin cobardía.
Ven y comprueba la llama que los tiranos y los déspotas no han podido extinguir.
Ven y comprueba la pasión que la opresión no ha aplastado.
Ven y comprueba los hospitales y los orfanatorios levantándose junto a las ruinas del humanismo y del ateísmo. Ven y comprueba lo que Cristo ha hecho.

¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Ven y compruébalo.
Ven y comprueba las vidas cambiadas:
El alcohólico ahora es sobrio,
el amargado ahora tiene gozo,
el avergonzado ahora es perdonado.

Ven y comprueba los matrimonios reconciliados, los huérfanos adoptados, los presos inspirados.
Viaja hasta la selva y escucha los tambores marcando alabanzas. Entra a hurtadillas por los rincones del comunismo y comprueba que los creyentes adoran bajo amenaza de muerte. Camina por las celdas de los condenados a muerte y nota al preso que aunque el hombre condenó, Dios lo liberó. Aventúrate en las cárceles y los calabozos del mundo y escucha las canciones de los salvos que rehúsan mantenerse en silencio.

¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
Ven y comprueba la mano horadada de Dios tocando el corazón más humilde, enjugando las lágrimas del rostro arrugado y perdonando el pecado más horrible.
Ven y compruébalo.

Ven y comprueba la tumba. La tumba una vez ocupada, ahora vacante; la sepultura una vez sellada, ahora vacía. Los cínicos han construido  sus teorías, los incrédulos han salido con sus preguntas. Pero sus reflexiones continúan fundiéndose a la brillante luz de la mañana de resurrección.

Ven y compruébalo. Él no evita a quienes indagan. No pasa por alto a quienes investigan. No teme a los que le buscan. Ven y compruébalo. Natanael vino. Y Natanael comprobó. Y Natanael descubrió: ‘Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’”.

Max Lucado ("El trueno apacible")

miércoles, 11 de diciembre de 2013

"Bienventurados los que padecen persecución"



El cristiano es  como su Señor, y por esto el Señor dijo de  él, '¡Ay de vosotros, cuando todos los  hombres hablen bien de vosotros! porque  así  hacían sus padres con los falsos profetas'  (Lc. 6:26). Y con todo ¿no es nuestra idea de  lo que es un cristiano perfecto el que sea  una persona amable, popular ,que nunca ofende a los demás, con el que es fácil  entenderse? Pero si esta Bienaventuranza  es   verdad, ese no es el verdadero cristiano,  porque el cristiano de verdad es alguien al  que  no todo el mundo alaba. No alabaron a  nuestro Señor, y nunca alabarán al que es  como  él. '¡Ay de vosotros, cuando todos los  hombres hablen bien de vosotros!' Esto  hicieron   con los falsos profetas, pero no con Cristo  mismo. 


 La   mente natural, como dice Pablo, 'es enemistad contra Dios.' Aunque habla de  Dios, en   realidad lo odia. Y cuando el Hijo de Dios  vino a la tierra lo odiaron y crucificaron. Y  así  sigue siendo la actitud del mundo hacia él.  Esto nos lleva a la última conclusión. El  nuevo nacimiento es una necesidad  absoluta si   uno quiere llegar a ser cristiano. Ser  cristiano en último término, es ser como  Cristo; y   uno nunca puede ser como Cristo sin  cambiar por completo. Debemos liberarnos  de la   naturaleza vieja que odia a Cristo y a la  justicia; necesitamos una naturaleza  nueva que   amará estas cosas y lo amará a El y con ello  llegará a ser como El. Si uno trata de imitar a Cristo, el mundo lo alaba a uno; si uno  llega a ser semejante a Cristo, lo odia a uno. 

Fragmento de "El sermón del monte", de Martyn Lloyd-Jones.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Bienaventurados los Pacificadores Se nos recuerda aquí lo necio y vano que es interpretar así este pasaje bíblico. ¿Por qué son bienaventurados los pacificadores? La respuesta es que lo son porque son distintos a todo el mundo. Los pacificadores son bienaventurados porque son los que se destacan como diferentes del resto del mundo, y son diferentes porque son hijos de Dios. En otras palabras, volvemos a encontrarnos en medio de la teología y doctrina del Nuevo Testamento.
Permítanme hacer la pregunta de otro modo. ¿Por qué hay guerras en el mundo? ¿Por qué hay esa tensión internacional constante? ¿Qué le pasa al mundo? ¿Por qué ha habido esas guerras mundiales en este siglo? ¿Por qué sigue habiendo peligro de guerra y por qué hay toda esa intranquilidad, desacuerdo y conflictos entre los hombres? Según esta Bienaventuranza, hay una sola respuesta a estas preguntas —el pecado. Nada más; sólo el pecado. Nos volvemos a encontrar, pues, de inmediato con la doctrina del hombre y con la doctrina del pecado-teología, de hecho. El pacificador ya no es lo que era; esto es teología.

La explicación de todos nuestros problemas es la concupiscencia, codicia, egoísmo, egocentrismo, humanos; es la causa de todos los problemas y disensiones, sea entre individuos o entre grupos en una misma nación, o entre naciones. Por ello no se puede comenzar a entender el problema del mundo moderno a no ser que uno acepte la doctrina del Nuevo Testamento respecto al hombre y al pecado, y en este pasaje se nos vuelve a inculcar.

O enfoquémoslo de este otro modo. ¿Por qué hay tantos problemas y dificultades en mantener la paz en el mundo? Pensemos en todas las interminables reuniones internacionales que se han celebrado en este siglo para tratar de conseguir la paz. ¿Por qué han fracasado todas ellas y por qué estamos llegando a un punto en que muy pocos tienen confianza en reuniones que los hombres celebren? ¿Cómo se explica esto? ¿Por qué fracasó la Liga de Naciones? ¿Por qué parece estar fracasando las Naciones Unidas? ¿Qué pasa? Me parece que hay una sola respuesta adecuada para estas preguntas; y no es ni política, ni económica, ni social. 

La respuesta una vez más es esencial y primordialmente teológica y doctrinal. Y porque el mundo en su necedad y ceguera no lo reconoce, pierde tanto tiempo. El problema, según la Escritura, está en el corazón del hombre, y hasta que el corazón del hombre no cambie, nunca se resolverá su problema tratando de manipular la superficie. Si la raíz del problema se halla en el manantial del que procede la corriente, ¿no es evidente que es perder el tiempo, el dinero y la energía echar sustancias químicas en la corriente a fin de corregir el mal estado de las aguas? Hay que ir a la raíz.

Fragmento de "El Sermón del Monte" de Martyn Loyd-Jones.


domingo, 27 de octubre de 2013

La realidad del mal, ¿implica que no existe Dios?

Cuando Sam Harris (filósofo y escritor estadounidense) pregunta qué estaba haciendo Dios cuando el huracán Katrina destruía Nueva Orleáns y porqué no impide Dios, la violación, tortura y asesinatos de niños ¿qué está diciendo en realidad? ¿Está diciendo que estas cosas son malas, que debieran ser malas, o que debieran ser impedidas por un Dios amoroso? En cualquiera de estos tres casos, lo que dice es, como mucho: “No veo un orden moral activo aquí”. Pero si no hay Dios, entonces ¿quién tiene autoridad para decir si hay un orden moral en actividad? ¿Sam Harris? ¿Adolf Hitler? ¿Quién?

Además de golpear a Dios por los huracanes, las violaciones, las torturas y los asesinatos, Harris pone al Holocausto ante la puerta del cristianismo medieval. Su visión es, básicamente, que lo que llevó al holocausto por parte de los nazis fue el antisemitismo promovido por los cristianos en la Edad Media.

¿Por qué se detiene en la Edad media? ¿Por qué no avanza más en la historia? Su argumento tiene el mismo mérito que la declaración de Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, que dijo que el Holocausto nunca sucedió. Para quien no cree que hubo una causa inicial en el universo, Harris por cierto no tarda en identificar a lo que considera que es la causa de ciertos males.

¿Ha leído Harris algo acerca del viaje espiritual de Hitler? ¿No sabe que a Hitler le interesaba el ocultismo? ¿Conoce que Hitler les regaló personalmente las obras de Nietzsche a Stalin y Mussolini? ¿Ignora el hecho de que Hitler asesinó también a otros que no eran judíos? ¿Ha oído las últimas palabras del cerebro nazi Adolf Eichmann, que se negó a arrepentirse y negó creer en Dios? ¿Sabe cuántos rusos murieron a manos de la máquina nazi?


¿Recuerda las palabras de Hitler, grabadas sobre uno de los hornos de gas de Auschwitz: “Quiero que surja una generación de jóvenes sin conciencia, imperiosos, implacables y crueles”? ¿Sabe que lo que Hitler quería era destruir a los débiles para que sobrevivieran los fuertes y que “la naturaleza quiso que así fuera”, cosa que en realidad enseña el principio ateo de la evolución, como proceso de selección natural, como la “ley del más fuerte”? Nada de eso apunta al cristianismo como origen del Holocausto.

Ravi Zacharías

Extraído del libro "El fin de la razón".

viernes, 4 de octubre de 2013

Haga de la iglesia local su prioridad



Construimos nuestras vidas alrededor de nuestras prioridades. Construir su vida alrededor de la iglesia significa hacer de ella el tipo de prioridad alrededor de la cual fluyen los intereses secundarios, sin superarla. Por desgracia, los intereses como el juego de fútbol del domingo, la temporada de casa, el esquí, dormir hasta tarde, o disfrutar del lindo clima, suelen ser para algunos intereses que se superponen a su participación en la iglesia. Es fácil ver que la iglesia debiera ser más importante que el fútbol. Pero, ¿y si se trata de su empleo o de su barrio? ¿Es más importante para usted el empleo perfecto, la ciudad perfecta, el barrio perfecto, o la iglesia local?

Muchas personas se mudan todo el tiempo buscando un clima mejor, un empleo mejor, sin siquiera pensar en su participación en la iglesia. Suponen: «Por supuesto que encontraré una buena iglesia cuando esté en ese lugar». No obstante, esto no siempre es tan fácil como parece. Si Dios le ha bendecido con relaciones, responsabilidades y comunión en la iglesia donde usted está, le aliento a poner en oración la cuestión de algo tan importante como una mudanza. Lo mismo sucede con la escuela secundaria, o con los alumnos universitarios que están eligiendo una universidad. Que la importancia de la iglesia para usted sea un factor en su decisión. Sé que todo esto es quizá una idea nueva (¡la iglesia local no es un factor que aparezca en la lista anual de las mejores escuelas en los Estados Unidos!). Pero si usted vive para la eternidad y le importa seguir a Dios, ¿por qué no habría de ser una prioridad la iglesia? No digo que esté mal mudarse para estudiar en tal o cual escuela. Pero pienso que muchos estudiantes suponen que deben mudarse sin pensar en las implicaciones espirituales. Mi consejo es no irse lejos a una universidad, alejándose de una buena experiencia en la iglesia.

Conozco estudiantes de mi iglesia que han elegido con cuidado una escuela en otro estado porque saben que en dicho lugar hay una iglesia local fuerte. Entonces buscan involucrarse allí. Muchos otros han elegido asistir a escuelas cercanas para poder quedarse en nuestra iglesia. Ambas pueden ser buenas opciones si la iglesia local sigue siendo una prioridad. Ricky, que vive en El Paso, tenía dificultades con este tema. Decidir asistir a una escuela cerca de su casa para poder seguir concurriendo a la iglesia local donde su padre es pastor no le resultaba fácil. «Recibía pilas de cartas todos los días de universidades de todo el país, incluyendo escuelas como Cornell y Harvard», dice. «Pero luego vi que el lugar donde yo decidiera estudiar sería una imagen del resto de mi vida. ¿Sería mi carrera o mi familia en Cristo mi primera prioridad? Cuando pienso que uno solo estará en la tierra durante un corto tiempo, esto hace que en verdad quiera construir algo con mi vida, algo duradero», dice Ricky. «Para mí, elegir la escuela adecuada vino después de la elección de la iglesia adecuada».

Extraído del libro “Deje de coquetear con la iglesia”, de Joshua Harris

lunes, 30 de septiembre de 2013

Un poco más del interesante libro "Cartas del diablo a su sobrino", de C.S.Lewis.


Sé,  naturalmente, que el Enemigo también quiere apartar de sí mismos a los hombres,  pero en otro sentido. Recuerda siempre que a Él le gustan realmente esos gusanillos, y que da  un absurdo valor a la individualidad de  cada uno de ellos. Cuando Él habla de que  pierdan su "yo", se refiere tan sólo a que  abandonen el clamor de su propia  voluntad. Una vez hecho esto, Él les  devuelve realmente toda su   personalidad, y pretende (me temo que  sinceramente) que, cuando sean  completamente Suyos, serán más "ellos mismos" que  nunca.
Por tanto, mientras que Le encanta  ver que sacrifican a su voluntad hasta sus deseos más inocentes, detesta ver que se alejen de  su  propio carácter por cualquier otra razón. Y  nosotros debemos inducirles siempre a  que  hagan eso. Los gustos y las inclinaciones  más profundas de un hombre constituyen  la  materia prima, el punto de partida que el  Enemigo le ha proporcionado. Alejar al  hombre de   ese punto de partida es siempre, pues, un  tanto a nuestro favor; incluso en  cuestiones  indiferentes, siempre es conveniente sustituir los gustos y las aversiones  auténticas de un   humano por los patrones mundanos, o la  convención, o la moda. Yo llevaría esto  muy lejos:  haría una norma erradicar de mi paciente cualquier gusto personal intenso que no  constituya  realmente un pecado, incluso si es algo  tan completamente trivial como la afición  al cricket,  o a coleccionar sellos, o a beber batidos de  cacao.
Estas cosas, te lo aseguro, de  virtudes  no tienen nada; pero hay en ellas una  especie de inocencia, de humildad, de  olvido de uno  mismo, que me hacen desconfiar de ellas;  el hombre que verdadera y  desinteresadamente  disfruta de algo, por ello mismo, y sin  importarle un comino lo que digan los  demás, está   protegido, por eso mismo, contra algunos  de nuestros métodos de ataque más  sutiles.   Debes tratar de hacer siempre que el  paciente abandone la gente, la comida o  los libros que le gustan de verdad, y que los sustituya por la "mejor" gente, la comida "adecuada" o  los   libros "importantes".
Conocí a un humano  que se vio defendido de fuertes  tentaciones de   ambición social por una afición, más  fuerte todavía, a los guisados con cebolla.   Falta considerar de qué forma podemos  resarcirnos de este desastre. Lo mejor es   impedir que haga cualquier cosa. Mientras  no lo ponga en práctica, no importa cuánto   piense en este nuevo arrepentimiento.  Deja que el animalillo se revuelque en su  arrepentimiento. Déjale, si tiene alguna  inclinación en ese sentido, que escriba un  libro sobre  él; suele ser una manera excelente de  esterilizar las semillas que el Enemigo  planta en el  alma humana. Déjale hacer lo que sea,  menos actuar. Ninguna cantidad, por  grande que  sea, de piedad en su imaginación y en sus  afectos nos perjudicará, si logramos  mantenerla  fuera de su voluntad. Como dijo uno de los  humanos, los hábitos activos se refuerzan  por la   repetición, pero los pasivos se debilitan.  Cuanto más a menudo sienta sin actuar, menos   capaz será de llegar a actuar alguna vez, y,  a la larga, menos capaz será de sentir.   




sábado, 28 de septiembre de 2013

Para nosotros, un humano es, ante todo, un alimento; nuestra meta es absorber su voluntad en la nuestra, el aumento a su expensa de nuestra propia área de personalidad. Pero la obediencia que el Enemigo exige de los hombres es otra cuestión. Hay que encararse con el hecho de que toda la palabrería acerca de Su amor a los hombres, y de que Su servicio es la libertad perfecta, no es (como uno creería con gusto) mera propaganda, si no espantosa verdad. Él realmente quiere llenar el universo de un montón de odiosas pequeñas réplicas de sí mismo: criaturas cuya vida, a escala reducida, será cualitativamente como la Suya propia, no porque Él las haya absorbido si no porque sus voluntades se pliegan libremente a la Suya. 

Nosotros queremos ganado que pueda finalmente convertirse en alimento; Él quiere, siervos que finalmente puedan convertirse en hijos. Nosotros queremos sorber; Él quiere dar. Nosotros estamos vacíos y querríamos estar llenos; Él está lleno y rebosa. Nuestro objetivo de guerra es un mundo en el que Nuestro Padre de las profundidades haya absorbido en su interior a todos los demás seres; el Enemigo desea un mundo lleno de seres unidos a Él pero todavía distintos.

Extraído del libro "Cartas del diablo a su sobrino", de C.S.Lewis.



viernes, 1 de marzo de 2013

LA FE


HEBREOS 11

11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 
11:2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 
11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. 
11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
11:5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 
11:7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. 
11:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
11:9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
11:10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 
11:11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 
11:12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 
11:13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 
11:14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 
11:15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 
11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. 
11:17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 
11:18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 
11:19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. 
11:20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
11:21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
11:22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
11:23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
11:24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
11:25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 
11:26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 
11:27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 
11:28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
11:29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. 
11:30 Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
11:31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
11:32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; 
11:33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
11:34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 
11:35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección;mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
11:36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
11:37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 
11:38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. 
11:39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 
11:40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. 

jueves, 7 de febrero de 2013


Abraham estaba dispuesto a matar a su propio hijo porque él creía en que Dios cumpliría su promesa de una progenie para Isaac (Génesis 22), aunque el Señor tuviera que resucitar a Isaac muerto, aunque para nuestro conocimiento Abraham nunca había conocido de una resurrección.

Una obediencia extraordinaria como esta ante la más severa de las pruebas nos informa que un creyente en la actualidad puede resistir la más difícil de las pruebas que se pueda imaginar si confía incondicionalmente en Dios.

Podemos concluir que mientras más difícil sea la obediencia, resulta más excelente. Abraham obedeció a Dios al extremo, y como resultado se convirtió en el modelo de fe.

Fragmento de El poder del sufrimiento de John Mac Arthur.

viernes, 25 de enero de 2013


“Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna”. 1 Timoteo 1:16.

Jamás olvidaré la libertad que me fue dada cuando entendí eso. Es decir, usted y yo nunca debemos de mirar para nuestras vidas pasadas, no debemos mirar para cualquier pecado de nuestra vida pasada, excepto que eso pueda llevarnos a alabar a Dios y a magnificar su gracia, como Pablo lo hizo. Lo desafío con eso. Si usted mira para su pasado en cualquier cosa, y en su pasado hay un sentimiento depresivo, entonces está hablando miserablemente como cristiano.

No estoy diciéndole que mire a su pasado y no vea nada, no, no. Usted debe hacer como Pablo hizo: “Yo era un blasfemador, perseguidor, injurioso”. ¿Pero él se detiene allí? ¿El se sienta y dice “yo no puedo ser un predicador del evangelio”? ¡NO! Él dice exactamente lo opuesto: “Yo doy gracias a Jesucristo nuestro Señor porque me tuvo por fiel poniéndome en el ministerio” (1 Tim. 1:12)

Cuando Pablo aceptó aquella tarea, no dijo: “No sirvo para ser un cristiano, no sirvo para ser un predicador” o…”soy un hombre tan vil, hice cosas terribles”. No. De alguna manera, lo que Pablo hizo fue alabar a Dios. El magnifica Su gracia. Preste atención: “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Tim 1:14). Esa es la forma de mirar su pasado.

Entonces, si usted mira su pasado y se deprime, significa que está oyendo al diablo. Pero si mira al pasado y dice “si, infelizmente fue verdad, fui cegado por el dios de este mundo, vivía en ignorancia y no creía, pero la gracias de Dios fue más abundante, fue más que suficiente. Y su poder y misericordia vinieron sobre mí, de tal manera que trajo perdón, soy un nuevo hombre y todo está muy bien”. Entonces está mirando bien. Si no hacemos esto, está casi intentando decir que merecemos ser infelices ¿Por qué creer en el diablo en vez de creer en Dios?

¡Levántese amigo! Y entienda la verdad sobre sí mismo, que en Cristo y solamente en Él, el pasado y lo demás SE FUERON. Y fui lavado por la sangre de una vez y para siempre.

Matyn Lloyd Jones


“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados”. Romanos 6:17

¡Estos grandes argumentos de las epístolas, estas tremendas presentaciones de la verdad!
El evangelio NO es una cosa parcial. Él trata de todo el hombre, de toda la vida, de toda la historia, de todo el mundo. Él trata de la creación, él trata del juicio final, y todo lo de en medio. Es una completa visión de la vida. Lo que estoy diciendo es que muchos están infelices en la vida cristiana porque nunca la entendieron. Nunca entendieron que se trata de un modo de vida. Que se trata de TODO en la vida de un hombre y sobre cualquier eventualidad en esa experiencia.

Es que en cualquier aspecto de las etapas de su vida no habrá actividad en la cual, el evangelio no tenga nada para decir sobre eso. Todo en la vida está allí, pues el evangelio incluye TODO. El evangelio tiene el propósito de incluir y cubrir todo en nuestra vida. Y si no entendieron esto, nos descubriremos en una situación infeliz.

Matyn Lloyd Jones

jueves, 24 de enero de 2013


Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta.
-¿Dios creó todo lo que existe?

Un estudiante contestó valiente:
-Sí, lo hizo.
-¿Dios creó todo?
-Sí señor, respondió el joven.

El profesor contestó, -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo. El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.

Otro estudiante levantó su mano y dijo:
-¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
-Por supuesto, respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó:
-¿Profesor, existe el frío?
-¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe.

Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor.

-Y, ¿existe la oscuridad?, continuó el estudiante.
El profesor respondió:
-Por supuesto.
El estudiante contestó:
-Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe.

La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio terminado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor:
-Señor, ¿existe el mal?
El profesor respondió:
-Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.
A lo que el estudiante respondió:

-El mal no existe, señor, o al menos no existe por si mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.

Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, se quedó callado.

El nombre del joven era: ~ Albert Einstein ~


miércoles, 23 de enero de 2013


Desde el momento en que Cristo comienza a vivir en nosotros, desaparecen las fronteras. Dios amó al MUNDO y envió a Su Hijo unigénito, para que TODO aquel que en él crea, no se pierda (Juan 3:16). Estemos donde estemos, glorifiquemos al Señor, gocémonos en Él, y donde nos envíe, nos va a dar una familia. Es por eso que también desaparecen los apellidos. ¡Qué importa un nombre cuando somos hijos de un mismo Padre!

El cristianismo se trata de eso, de despojarnos de las cosas que nos atan a este mundo, porque es la única forma en que vamos a poder servir a Aquel que nos dio la vida. Nada debe ser impedimento para cumplir con los mandatos de nuestro Señor. Él nos prometió vida eterna; nuestra estadía en la tierra es corta, no la desperdiciemos en nuestro yo.

Lo que nos ofrece el mundo empieza a perder sentido, deja de satisfacernos. No nos interesa otra cosa que conocer más a Aquel quien nos va a recibir en el cielo. Queremos saber cómo hacer para no llegar a Su presencia con las manos vacías. Es tan grande el agradecimiento, que anhelamos darle lo mejor de nosotros, lo cual, ciertamente, son los mismos dones que Él nos regaló.

Todo viene de Él. Entonces, si vamos a estar en la Gloria, ¿por qué deberíamos atarnos a la moda, a la política, a la filosofía de este mundo? Si nada de eso nos interesa es porque, sin lugar a dudas, nuestra vida es el evangelio de Jesucristo.

“Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas” (1 Corintios 15:27).

Todos los días me vienen a la mente los hombres que vivieron para glorificar a Dios. Estos últimos días tengo muy presente a Noé, porque mi sobrino mira todos los días la película “Noé salva a los animales”.

Pienso primeramente en la confianza de este personaje, la confianza absoluta en el Padre. ¿Cuántos hubiéramos podido creer al Señor cuando dijo que iba a mandar un diluvio para borrar de la faz de la tierra a todos los hombres? ¿Cuántos lo hubiéramos aceptado?
Y no sólo eso, sino que además, ¿nos hubiéramos puesto a hacer un arca gigante para salvar a los que obedecieran a Dios? 

Génesis 6:22 nos muestra que Noé no dudó: “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”. Sin preguntar. Confiando. Dios no le dijo lo qué haría con él luego de que el diluvio cesara, pero Noé actuó igual, sin poner condiciones.

Muchos dirán: ¿no hubiera sido más fácil que el Señor se llevara a Noé, junto con su familia, antes de que “las cataratas de los cielos” fueran abiertas, y después lo devolviera a la tierra para que se multiplique?

Desde luego que era más fácil, pero nuestro Padre Celestial ¡¡quiere usarnos!!

“Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días” (Génesis 7:24). Me imagino a Noé y toda su familia dentro del arca, esperando durante muchos días, sin saber qué iba a ser de ellos… Me viene una imagen de esas personas, en medio de la oscuridad, de quejidos de animales, de impaciencia, de preguntas. Seguramente padeciendo muchas incomodidades.

Durante los cuarenta días que duró el diluvio, habrán escuchado el rugir del viento, preguntándose cuándo acabaría. ¡Habrá sido eterno ese tiempo allí dentro!

Muchas veces estamos como dentro de un arca, esperando a que baje el agua, para ver qué surge en la superficie, qué es lo que nos va a mostrar el Señor. Se hace duro, nos impacientamos…A veces perdemos la confianza porque no vemos resultados. ¡Pero Él tiene preparada tierra fértil!

“…con Dios caminó Noé” (Génesis 6:9). Antes de que sobreviniera el diluvio, Noé había puesto su confianza en el Señor. Amaba a Dios, lo glorificaba en un mundo donde los hombres se habían olvidado de Sus mandatos. Dice la Biblia: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6:6-8).

¿Hallamos gracia ante los ojos de Dios? ¿Vamos a dejar que nos utilice?
Tal vez ahora mismo estés dentro de un arca esperando. Confía que el Señor tiene un propósito para tu vida. Las aguas van a bajar y vas a encontrar grandes tesoros.

 “Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar” (Génesis 8:20). Nunca olvidemos lo que Dios hace por nosotros, y agradezcámosle en todo tiempo, como hizo Noé. A pesar de que en el camino pasemos aflicciones, recordemos que “…a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Deposita tu confianza en Dios.


martes, 22 de enero de 2013


¿Amar significa engrandecer el objeto de nuestro amor?

Para muchas personas esto no es un acto de amor. No se sienten amados cuando se les dice que Dios los creó para su gloria. Se sienten manipulados. Esto es comprensible debido a que el amor se ha distorsionado casi por completo en este mundo. Para la mayoría de las personas ser amado significa ser objeto de la adulación, de la exaltación del otro. Casi todo lo que hay en la cultura occidental sirve a esta distorsión del amor. Se nos enseña de mil maneras que el amor implica aumentar la autoestima de alguien. El amor es ayudar a que alguien se sienta bien consigo mismo. El amor es darle a alguien un espejo y ayudarle para que le guste lo que ve.
                Esto no es lo que la Biblia quiere decir cuando habla del amor a Dios. Amar es hacer lo mejor por alguien. Pero hacer que el propio ser sea el objeto de nuestro mayor afecto no es lo mejor para nosotros. En verdad es una distracción letal. Fuimos creados para ver y saborear a Dios. Para saborearlo hasta satisfacernos por completo y esparcir en el mundo el valor de su presencia. Si no les mostramos a las personas el Dios que nos satisface por completo, no las amamos.



La televisión, el gran instrumento para desperdiciar vidas

La televisión es en nuestra era moderna el mejor instrumento para desperdiciar vidas. Y por supuesto, la Internet está a punto de darle alcance, si no lo ha hecho todavía.
Uno puede ser más selectivo en la Internet, pero también puede elegir cosas aún más pecaminosas que sólo el Juez del universo conocerá.
La televisión reina por encima de todos los instrumentos de desperdicio de vidas. El problema principal con ella no es cuánta basura muestra, aunque ese sí es un problema. Tan solo la publicidad siembra fértiles semillas de codicia y lujuria, sin importar qué programa estemos viendo. El problema mayor es la banalidad. Una mente alimentada a diario con la televisión se atrofia. Nuestra mente fue creada para conocer y amar a Dios. Su capacidad para cumplir con esta gran vocación se arruina a causa del exceso de televisión. El contenido es tan obtuso y trivial que la capacidad de la mente para pensar cosas importantes se marchita, y la capacidad del corazón por sentir emociones profundas se atrofia.
Fragmento del libro “No desperdicies tu vida”, escrito por John Piper.

“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”.
1 Corintios 10:23 



Julio de 2012

Siempre supe que Dios existía. Cada tanto oraba para pedir cosas que me satisfagan. Muchas veces se cumplían las peticiones (esto lo veo ahora, a la distancia), pero jamás elaboré una oración de agradecimiento. Por supuesto que me cansé de decir “¡Gracias Dios!” porque mi madre me dio permiso para salir, porque conseguí un trabajo, porque el colectivo vino rápido. Y así por diferentes hechos triviales.
Nunca había entendido lo que era Dios en verdad. Ni siquiera tenía claro que era quien y no que. En varias oportunidades había escuchado la frase: “Murió por nuestros pecados”, y tomaba esas palabras para mi vida e incluso las repetía por ahí, sin saber realmente la magnitud de lo que eso significaba para cada habitante de la Tierra, o lo que debería significarle a cada uno de ellos. Por otra parte, desconocía de la existencia de una salvación.

En fin, creía que había un Dios porque mi madre lo amaba, vivía estudiando la Biblia y me invitaba a la iglesia cada vez que podía. También creía que había que llevar una buena vida para no ir al infierno. Porque les aseguro que en alguna que otra ocasión dudé de la existencia del Todopoderoso, pero vivía atemorizada por algo oscuro. Más allá de eso, me sentía muy atraída por lo que me vendía el mundo, y compré un poco de cada cosa, y hacía lo que me causaba placer. Y si lastimaba a alguien al satisfacer mis placeres, pedía perdón. ¿Qué más daba? Sin embargo, volvía a hacer lo mismo una y otra vez, durante años. Era tan fugaz lo que sucedía en esa antigua vida que de muchas situaciones ya no tengo memoria.

Llegado un momento, no hace mucho tiempo atrás, comencé a observar esa vida. Mi vida. Que ahora sé que no es mía. Su dueño comenzó a meterse en mi corazón y me mostró cientos de veces que no estaba viviendo bien. Me lo mostró a través de mi madre, de mis amigos, de mi familia, de mis vecinos, de desconocidos ¡Cuántas veces! Hace poco pude ver y comencé a ablandarme.

Fue entonces cuando llegué a la iglesia local donde por primera vez entendí qué era ser salvo; hice mi oración de fe y esa tarde me convencí a mí misma de que todo iba a ser diferente, que por fin iba a ser feliz, porque creía lo que el Señor había hecho por mí.

Pero con eso no bastó…Me dediqué a orar, a esperar y a contarle a mis seres queridos que me estaba congregando, y, desde luego, prometí dejar de cometer actos pecaminosos. Lo que yo creía que era pecaminoso.

Hoy sé que no tengo que sentarme a esperar, que no sólo tengo que orar, que tengo una vida nueva y debo demostrárselo a los demás. Para eso tengo que salir de mi comodidad y empezar a pensar que seguramente me van a esperar tribulaciones, porque Dios no es el genio de la lámpara, que nos concede increíbles deseos y nos asegura vivir sin sufrimientos. No. Lo más inexplicable, es que a pesar de ello, me gozo porque también sé que lo que Él permita, va a ser perfecto. Porque la Palabra dice que su voluntad es “agradable y perfecta”.

Es así que hoy siento la paz de saber que Él tiene el control. Pase lo que pase, sea malo o bueno, lo va a permitir para algo. Hoy me regocijo en su Palabra. Por fin me siento segura tras años de haberle dado la espalda. ¡Cuántas oportunidades que me dio!

Obediencia. Es palabra que me saluda cada mañana. Para mí, lo es todo, porque dentro de esa obediencia (que por nuestra condición de seres totalmente imperfectos, no creo que podamos tenerla al pie de la letra)  está implicada la confianza hacia al Padre, el poder descansar en Él, sabiendo que si me encargo de sus cosas, Él se va a encargar de las mías. Eso no significa que tengo que quedarme quieta, al contrario, tengo que moverme. Y eso de moverse…

Hasta el momento, pensé que tenía más o menos claro el tema del cristianismo, pero la realidad me mostró que no conocía nada, que no veía la dimensión de la obra y de los mandamientos del Señor. ¡No sabía de la importancia de las misiones! Del sacrificio que están haciendo miles de personas sirviendo a nuestro Padre Celestial en diferentes ciudades del mundo. No sólo era creer, bautizarse y hablar de Cristo a los que querían escuchar. La tarea que nos compete es mucho más amplia y formidable. “…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1: 8).

HASTA LO ÚLTIMO DE LA TIERRA.  Resuena como un eco en mi cabeza. "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15). ID POR TODO EL MUNDO. Resuena como un eco en mi cabeza. No puedo describir lo que me despiertan estas palabras. Siento que una llama se encendió.